La misteriosa banca pública
Para propósitos nobles, como erradicar la pobreza y fomentar la inversión y el ahorro en Ecuador, se creó la banca pública de desarrollo, la cual está conformada por el Banco del Estado (BEDE), el Banco Ecuatoriano de la Vivienda (BEV), el Banco Nacional de Fomento (BNF) y la Corporación Financiera Nacional (CFN). Luego de décadas de manejar abundantes recursos para promover el desarrollo económico, tenemos el derecho de cuestionar el desempeño de estas instituciones y preguntar: ¿A dónde se fue la plata?
Y es que de la misteriosa banca pública se puede decir lo mismo que el Banco Mundial dijo de sí mismo en un estudio del 2000: “A pesar de los miles de millones de dólares que se emplean en ayuda para el desarrollo cada año, aún se conoce muy poco acerca del efecto real de los proyectos en los pobres”.
Además, el hecho de que la Superintendencia de Bancos sea el ente que regula a estas instituciones presenta un conflicto de intereses que imposibilita que la supervisión sea imparcial, pues el Estado es supervisor y banquero a la vez.
Me gustaría poder decirle que estas entidades han sido un pan de Dios o que han sido una desgracia, o que han sido irrelevantes para los ecuatorianos. Pero la falta de información y la forma secreta en que operan no me lo permiten. Una de ellas ni siquiera tiene sitio web (la CFN) y las otras tres no proveen información que permita evaluar el éxito o fracaso de los proyectos en los cuales han invertido sus recursos.
Sin embargo, consta lo siguiente:
El BEV, creado para solucionar la crisis habitacional que todavía sufre el país, no ha logrado demostrar cuál ha sido su efecto por sobre la escasez de viviendas.
La CFN, fundada sobre el caduco concepto de substitución de importaciones, no ha logrado diversificar la economía del país y no queda claro cómo esta ha contribuido al desarrollo de la industria.
El BEDE, que a sus 25 años en el 2004 había emitido 2.133 créditos para financiar 2.463 proyectos por un total de $ 2.332,4 millones, no ha mostrado qué hizo con esa plata y cuál ha sido el impacto real de su existencia por sobre el desarrollo nacional.
El BNF fue creado con la misión de llevar la intermediación financiera a los más pobres del país. Sin embargo, ¿cómo se explica que la gran mayoría de los pobres todavía se ven forzados a recurrir a usureros o a quedarse sin financiamiento?
La banca pública tiene que rendirles cuenta a los ciudadanos y someterse a un proceso de retroalimentación. Dejando a un lado la cuestión de si es legítimo que el Estado haga el papel de banquero en una economía libre y dinámica, por lo menos deberíamos exigir que nuestra banca pública sea transparente y sea evaluada por auditorías independientes.
En la banca de desarrollo internacional –el Banco Mundial y el BID, por ejemplo– hay mucha evidencia de que, cuando los políticos intervienen en las finanzas, ellos toman decisiones basándose en criterios políticos y no en criterios económicos de costos y eficiencia.
Los candidatos presidenciales deberían estar proponiendo una auditoría independiente del desempeño de la banca pública antes de andar proponiendo aumentar considerablemente sus recursos.
Publicado en El Universo (Ecuador) el 14 de septiembre de 2006.