El Liberalismo y los 'liberales' en Latinoamerica
El liberalismo promueve el mercado libre, el gobierno limitado, la libertad del individuo y la paz. Los llamados liberales de nuestra región y particularmente de nuestro país dicen creer en estos principios pero, a diferencia de los verdaderos liberales, muchos creen en ello solo hasta cierto punto. Es decir, creen en el libre mercado “para mí y para mis amigos”, y en el gobierno limitado siempre y cuando la intervención estatal limitada no ponga fin a sus privilegios. Creen en la paz hasta que sea necesario ponerle fin para proteger un concepto muy extenso de intereses nacionales.
La administración neoconservadora de Bush, que muchas veces es erróneamente identificada como liberal en Latinoamérica, personifica esto. Dice creer en el libre mercado, pero titubea cuando se trata de eliminar sus propias distorsiones comerciales. Dice creer en el gobierno limitado, pero ha generado el mayor incremento en gasto gubernamental desde el demócrata Lyndon B. Johnson. Dice creer en la paz, pero la interrumpe para involucrarse en un condenado proyecto de “construcción de naciones” en el Medio Oriente. Dice respetar las libertades civiles, sin embargo, patrocina la intrusa Ley Patriota.
Pero la administración de Bush se queda corta al lado del daño que han causado muchos de nuestros “liberales”. Los “liberales” latinoamericanos, a pesar de haber implementado reformas que mejoraron la calidad de vida en la región durante las últimas décadas, han golpeado severamente la reputación del libre mercado y de los gobiernos limitados. Causaron daños irreversibles con su estatismo renovado al que pusieron la etiqueta de liberalismo. Liberalismo hubiera significado reducir el poder del Estado para devolvérselo a los ciudadanos, y no solamente para desentenderse de crisis económicas inminentes.
Como fue el caso a principios del noventa.
Sin irnos tan lejos, algunos dirigentes políticos ecuatorianos también personifican a estos “liberales”. Creen en los incentivos tributarios pero solo para viviendas y oficinas nuevas y para ciertos negocios específicos. Si usted tiene una propiedad vieja, esta llamada reforma liberal causaría la devaluación de su propiedad. Creen en una banca privada para fomentar el ahorro y la inversión en el país, no obstante, buscan decirles a los bancos privados dónde, cómo y cuándo invertir sus fondos. Y esta es nuestra derecha… ni liberal ni libertaria; a lo sumo, mercantilista o socialdemócrata.
Los verdaderos liberales, por otro lado, no son partidarios de gobiernos con hiperactividad internacional y creen que la cooperación internacional debe limitarse al desarrollo y fortalecimiento de los lazos comerciales. Además, creen que la paz y el desarrollo económico no son milagros que un mago tecnócrata enviado por el Banco Mundial o por la ONU pueda imponer. No creen que cuestiones tan íntimas como la orientación sexual deban ser tocadas o juzgadas por los gobiernos. En cuestiones ambientales, los liberales reconocen que los países más ricos son los que gozan de mejor salud ambiental y que el peor contaminante, como dijo Gandhi, es la pobreza. Por lo tanto, creen que la manera más efectiva de asegurar la salud ambiental es colocando en la economía incentivos de mercado que conduzcan a la conservación del medio ambiente.
Durante algún tiempo yo no pude conocer lo que realmente era el liberalismo. En los centros educativos a los que acudí no le hicieron justicia al explicarlo, y esto a pesar de que me formé profesionalmente en uno de los países más liberales del mundo, Estados Unidos. Quise explicar el liberalismo para que cuando a usted le disguste nuestra derecha, no se transfiera directamente a la izquierda, sino que considere esta opción tan mal interpretada en Latinoamérica.