No solo una guerra ajena…

Sino también una guerra fútil. A pesar de los 35,000 millones de dólares que Washington ha gastado en este conflicto desde 1981, ni la producción ni el consumo de droga han disminuido. En efecto, las drogas hoy en día son mas baratas, abundantes, y más potentes que nunca. Si algún efecto han tenido estos costosos esfuerzos en eliminar la oferta de droga por medio de agresivas y torpes estrategias, el resultado ha sido el garantizar y aumentar el apoyo detrás de las guerrillas Colombianas.

Aun ante la agresiva campaña de los Estados Unidos en contra de la producción y distribución de droga, los campesinos han continuado produciendo esta sustancia ilegal. Esto es porque el margen de ganancia al producir cultivos ilegales como la coca es mucho mayor al beneficio que se obtiene produciendo cualquiera de los cultivos legales. El margen de ganancia en producir narcóticos es mayor debido a que el precio de la droga esta constituido de tal forma que solo el 1% y el 13% de su precio al consumidor puede ser atribuido a los costos de producción y a las restricciones legales, respectivamente. Además, la demanda de la droga es inelástica y estable, entonces, sin importar cuanto cueste, el consumidor seguirá comprándola. Aumentar las restricciones y/o la reducción de la oferta de droga solo causará el aumento del precio al consumidor y esto no disminuirá la venta del producto.

Los proponentes del Plan Colombia argumentan que si los campesinos fueran motivados para producir cultivos legales, entonces se acabaría gradualmente con la producción de coca. Pero esto es algo ficticio ya que la tierra donde se produce coca es inadecuada 9 de cada 10 veces para la producción de cultivos legales. Ni siquiera los subsidios que los campesinos reciben de los Estados Unidos para convertirse en productores de cultivos legales sirven ya que se ha comprobado que muchas veces estos subsidios han financiado cultivos de coca en otras y mas remotas áreas. En realidad, los productores de coca ven el esfuerzo de erradicación de drogas como una inconveniencia y no como una restricción, así que simplemente se adaptan a las condiciones y proceden a cultivar coca de otra manera o en otro lugar.

Esta guerra ya ha comenzado a afectarnos. En julio de este año las Fuerzas Armadas Ecuatorianas encontraron un laboratorio para el proceso de cocaína y un campamento de 40 personas pertenecientes a las FARC (Fuerzas Armadas de la Revolución Colombiana). Aunque esto es un incidente mínimo y de poca intensidad, no obstante, es suficiente para alertarnos: el conflicto Colombiano ya afecta a nuestro territorio.

La guerra Colombiana no nos incumbe y no nos conviene. Es una guerra que aparte de ser ajena, está contaminada por la equivocada concepción de los Estados Unidos de que con su agresivo plan militar acabará con el consumo de la droga. Los problemas creados o exacerbados con esta prohibición impuesta por el gran país del norte son focos de corrupción, violencia política, destrucción de la sociedad civil, distorsión de la actividad económica, y más financiamiento para actividades y grupos terroristas. Los políticos de Washington podrían ejercer un rol mucho más eficaz en los países de origen de la droga al reducir su intervención y al aceptar que la ley de oferta y demanda no puede ser ignorada. Esta ahí aun cuando las leyes y los mecanismos de control hechos por el hombre quieran pretender que la han enterrado.