En Ecuador se puede esperar más de lo mismo
Washington, DC— Hace poco leí detenidamente en el Diario Expreso las opiniones de cada precandidato presidencial respecto de las cuestiones más importantes para el país. Sentí mucha pena ver que en Ecuador el debate de ideas ha muerto. Parece que nos va a tocar escoger de entre 10 o 12 candidatos, todos teniendo virtualmente las mismas ideas que ya se aplicaron en el pasado y no funcionaron.
La diferencia de pensamiento se ha extinguido y prácticamente “da lo mismo” quién sea el ganador. Lo peor es que el punto de vista que predomina no es el que conduce al desarrollo.
Todas las propuestas de los precandidatos son ambiguas y son una expresión de populismo:
En cuanto a gobernabilidad, todos los precandidatos re-escribirían la constitución y prometen respetar, desde su presidencia, a la Constitución y “al pueblo”. En nombre del pueblo los políticos en nuestro país han engordado el presupuesto central para luego saquearlo y en nombre del pueblo también vienen componiendo ya 18 constituciones, ninguna de ellas respetada en la práctica.
Las contestaciones en cuanto al manejo del presupuesto nacional van desde una nacionalización de la deuda externa para obtener mayores fondos (Villacís) hasta aumentarles los desembolsos a los municipios lo necesario para que no hagan paros (Viteri). Todas las propuestas, de distinta manera, resultarían en más gasto público y por lo tanto, más botín para los pipones de Quito y de los municipios.
En cuanto a la reforma de la banca ecuatoriana, casi todos quisieran que la Agencia de Garantía de Depósitos (AGD) sea cerrada y reemplazada por una agencia “nueva y mejor” y casi todos muestran una tendencia hacia mayor protección y regulación del sector financiero. La sensación es que todos quieren “obligar a que la plata se quede en el país” (Correa) y canalizar los créditos hacia “el desarrollo” (Roldós). Esta "canalización", los precandidatos proponen que por supuesto la realice el Estado, es decir, los políticos.
En cuanto a la deuda soberana las respuestas van desde “pagamos cuando podamos” (Correa) a “la vamos a nacionalizar” (Macas) y a “la vamos a renegociar” (Viteri). Ninguno de los precandidatos reconoce que el incumplimiento de contratos tiene un costo muy alto que lo hemos estado y seguiremos pagando todos los ecuatorianos.
En cuanto al TLC casi todos están en contra, y los que no están en contra tampoco parecen estar a favor. Si están a favor, parecen tener miedo de decirlo.
En cuanto a los costosos subsidios y la reforma del sector energético todas las opiniones eran una variante de “el Estado tiene que invertir en desarrollar mayor capacidad de producción y tiene que controlar más la distribución”. Todos también resulta que están de acuerdo con la reciente renegociación de los contratos petroleros. Ninguno de ellos cree que tal vez la participación estatal en este sector es culpable de nuestra dependencia de las importaciones y de nuestro bajo nivel de producción.
Todos están a favor de un modelo de autonomía “a la ecuatoriana” (quién sabe qué significará eso) y uno que sea “solidario” (lo cual es distinto al modelo centralista actual solo en nombre).
En Ecuador los políticos son muy dados a hacer propuestas rimbombantes sin elaborar en los detalles. Como son elegidos en base a esas propuestas ambiguas, cuando llegan al poder tienen en efecto una carta blanca para hacer prácticamente lo que les plazca.
Ecuador ya no está para más de lo mismo. El país necesita un líder que vea a la presidencia como un medio para permitir que cada ecuatoriano mejore su situación y no como un fin en sí. Necesitamos un líder que al llegar a la presidencia cree oportunidades para la creación de riqueza mediante la eliminación de trabas y privilegios y no uno que se auto-asigne la tarea ambigua de “refundar la nación”.
Es hora de que aquellos ecuatorianos con ideas nuevas y prácticas ocupen ese vacío para que pueda comenzar nuevamente el debate de ideas.
Como se ven las cosas hasta ahora, de él o la ganadora de las elecciones este año podemos esperar más de lo mismo.
Este artículo fue publicado en El Universo el 10 de agosto de 2006.
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