TLC: Hacia el progreso o hacia el desastre?
Inmediatamente somos informados de las protestas muy bien publicadas (si no es mas bien exageradas) por la prensa Ecuatoriana. Es que no era de esperarse que las negociaciones de un tratado como el TLC pasen desapercibidas. Este tratado—que aunque no es un tratado de libre comercio exactamente, sino un tratado donde últimamente se van a reflejar los intereses de cada participante—es algo desconocido para nosotros los Ecuatorianos y para la mayoría de los Latinoamericanos. Que extraño que lo desconocido nos asuste más que lo conocido.
Y es que los Ecuatorianos estamos acostumbrados a que el estado nos proteja de una supuesta amenaza, que en este caso la representa los Estados Unidos. Es muy sencillo catalogar a este gran poder como el villano de la película y a nosotros, nada más que un pigmeo país al lado de este poder mundial. Además están las malvadas corporaciones internacionales y los anti-nacionalistas empresarios ecuatorianos.
Si es muy fácil ver el mundo de la forma que nos han ensenado a verlo. Sin embargo, es esta distorsión de la realidad que nos mantiene a todos los Latinoamericanos en un círculo vicioso de miseria y corrupción.
En estos momentos mientras se negocia el TLC en Ecuador, las protestas en las calles de Guayaquil han demostrado que la victoria ya es de los políticos que tras bastidores se regocijan. El éxito de ellos no se da con el impedimento del TLC—a este punto en las negociaciones es muy difícil de pensar que no se de, el éxito de ellos esta en habernos convencido a todos los Ecuatorianos de que el TLC es un paso atrás y que todo lo malo que venga será culpa de este.
Repito, el TLC no es un tratado perfecto, pero esta basado en principios de libertad. No promete solucionar todos nuestros problemas ni lo va a lograr. Simplemente promete extender el grado de libertad económica que cada Ecuatoriano tiene. Este ano, en el Economic Freedom of the World, índice que mide el grado de libertad económica en cada pais, Ecuador ha salido por segundo ano consecutivo con un puntaje por debajo del de China, una nación que cabe recalcar, es comunista.
Como es posible que en una democracia llegamos a tal grado de control estatal aun mayor que el que se da en China? Y es que los políticos demagogos paso a paso, con su retórica populista nos han convencido de que es mejor aspirar a tener una sociedad con igualdad de condición. Suena muy romántico todo esto de salud para todos, educación para todos, mas bien este era el sueno del Che, Mao, Castro, entre otros. Todos personajes que han pasado a ser mistificados por los medios y los poetas que poco saben de la conclusión lógica de esta romántica idea. Ellos nos dicen “Educación para todos! Salud para todos!” pero no nos dicen que es imposible realizar esta promesa y que por ende va a haber unos antes que otros porque fulanito si tenia su “palanca” en el IESS o en cualquier órgano del estado. En que momento nos convencieron de que el sacrificio de nuestras libertades básicas, como la libertad de intercambiar bienes en el caso del TLC, era el camino hacia al progreso? Como es que hoy en día pensamos que medidas liberales como el TLC son una concesión y no una ganancia?
Es muy fácil contestar esto. Algunos economistas con románticas aspiraciones políticas divisaron el concepto de “las fallas del mercado.” Como caída del cielo, los políticos corrieron a aferrarse a esta idea. El estado había sido reivindicado como el “necesario corrector del mercado.” Nunca nos preguntamos los ingenuos ciudadanos, que donde estaba la prueba de estas “fallas de mercado.” Nunca se nos ocurrió preguntar, “y si nunca ha habido un mercado libre entonces como se sabe que tiene fallas?” No, porque la idea de un mercado libre asusta a cualquiera. Todos los individuos tendrían que ver por si mismos y olvidarse del mistificado estado. Digo mistificado porque no es posible que este personaje místico sea aclamado por las masas y sea nuestro primer recurso cada que estamos en problemas. El estado no es nada sin nosotros. Hoy en día se piensa, “nosotros no somos nada sin el estado.” Y es que como decía Bastiat, “el estado no puede dar sin primero quitar por medio de la fuerza.” Como es posible que se piensa “si el estado no da educación entonces quien va a educar a los pobres?” Por que tenerle tanta fe a un organismo que es básicamente un parásito porque vive de favores y extorsionando a los ciudadanos (nadie paga voluntariamente y felizmente sus impuestos) y por que no mas vale tenerle fe a cada individuo que aunque por siglos ha mantenido en el poder a este ineficiente estado, no lo ha hecho por deseo propio sino porque ha sido muy ingenuo.
Que ha hecho el estado para progresar? Muchos dicen, bueno con la educación pública se ha disminuido el grado de analfabetismo, con la salud publica mas personas tienen acceso a medicinas hoy en día, y los ejemplos abundan. Eso es lo que quieren que creamos. Pero no se dan cuenta, que las decisiones que hacemos hoy en día son a cuesta de otras alternativas. Otros caminos por el que hubiéramos podido andar. Y nuestros políticos, naturalmente, nos han guiado por el camino circular, nos tienen dando vueltas y vueltas en este círculo vicioso donde todo individuo con aspiraciones honestas es aplastado o corrompido. Vivimos en una sociedad donde “eres martillo o clavo.” Pero las cosas no tenían que ser así.
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